viernes, 24 de abril de 2015

¿QUIÉN ESTÁ EN EL CENTRO?


El motivo de esta nota es una preocupación que mueve a los hombres y mujeres de Dios.

En los últimos tiempos asistimos a una humanización del evangelio de Jesucristo.
Se ha corrido del centro de la escena la cruz de Cristo para colocar en su lugar doctrinas humanísticas enfocadas a hacer del cristiano un buen ciudadano antes que un nuevo hombre. Muchas veces la doctrina se basa en tradiciones, costumbres e ideas racionales más que en la Palabra de Dios.
Los púlpitos se han llenado de buenos consejos y Cristo ha dejado de ser el centro. Las predicas cristianas podrían tranquilamente ser digeridas por cualquier simpatizante de cualquier religión monoteísta ya que raramente se nombra el sacrificio de Cristo en pos de la humanidad.
El mensaje de la cruz ha quedado relegado a unos pocos “locos evangelistas”. “Fanáticos” que se atreven a salir a las calles, las plazas, los hospitales, las cárceles. Perdiendo la comodidad  y la comodidad que dan las cuatro paredes de un templo. “El evangelio es para los que tienen el don de evangelismo” se suele escuchar. Y así las iglesias poco a poco se han convertido en asociaciones civiles, clubes sociales, pequeñas familias donde no hay lugar para los “extranjeros”. Y donde entran solo los que cumplen a rajatabla con ciertos lineamientos impuestos por hombres y no por Dios.
La gran pregunta es “¿donde está Dios?” en medio de tanta humanidad. De tanto entretenimiento sin una transformación real y profunda de las personas.

Quiero hacer algunas consideraciones acerca de este fenómeno:

1)   El principal ministerio de la Iglesia es el ministerio de la reconciliación. 1° Corintios 5: 11 habla claramente de este tema  “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;”

2)   El propósito de Dios no es hacer hombres buenos sinó hacer hombres nuevos. “ No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.” (Colosenses 3: 9-11)

3)   Dios no se agrada de doctrinas humanísticas basadas en tradiciones. Por el contrario nos insta a desechar tales doctrinas. “Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad;” (1 Timoteo 4: 7)

4)   El evangelio de Jesucristo nos hace libres. Cristo pagó el precio por nuestra libertad y nosotros debemos caminar en esa libertad y no volver hacia atrás a la esclavitud en que vivíamos antes de conocer la luz del evangelio. “Pero ahora que conocéis a Dios, o más bien, que sois conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis otra vez a las cosas débiles, inútiles y elementales, a las cuales deseáis volver a estar esclavizados de nuevo?” (Gálatas 4: 9)


5)   Hay un falso concepto de que el evangelio de Jesucristo es algo estático. Si bien “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (Hebreos 13: 8). Eso no implica que sea estático.
Romanos 12: 2 declara “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

Y acá me quiero detener en tres puntos interesantes de este texto: 

a)   No ser conformistas. Ser cristiano no es sinónimos de conformismo. Los grandes hombres de Dios no son conformistas. Sus espíritus inquietos los llevan a grandes cosas en Dios.

b)   Transformarse. Una persona que realmente conoce a Dios se va transformado que no es lo mismo que cambiar. Yo puedo cambiar un hábito pero no ser transformado. Es una persona dinámica que constantemente está en movimiento. No es un “calientabancos”.

c)   Renovarse.
Recuerdo mi primer empleo formal en una conocida cadena de supermercados. Yo trabajaba en la planta elaboradora. Allí se elaboraban productos panificados, fiambres y pastas.
Esta empresa fue fundada por inmigrantes españoles y fue pionera en Argentina.
Hoy; algunos años después con mucha tristeza veo como esa planta está totalmente en ruinas. Lo que fue, ya no es. Tal vez no se supo adaptar a las nuevas reglas de la economía global. No se transformó. No se renovó.

Hay momentos en  que el hombre y la mujer de Dios deben renovarse. Cambiar las viejas plumas para remontar vuelo como las águilas. Lo que para mis padres y mis abuelos sirvió; tal vez hoy ya no sirva. Para Dios no existen las fórmulas ni las recetas sino el apego y la obediencia a su Palabra.
La principal manera en que la iglesia se renueva es a través del evangelismo. El evangelismo mantiene a la iglesia en movimiento y en forma. Una conocida frase dice “Una iglesia que no evangeliza, se fosiliza.
Sinceramente no creo que Cristo quiera tener una esposa fósil.
Una iglesia dinámica y no estática. Dios no se derrama en odres viejos sino en odres nuevos.  (Marcos 2: 22)


Y para terminar. Hace unos días leía algo de un conocido pastor. “La ley solo sirve si conduce hacia el amor, de otro modo es un conjunto de reglas para robots sin alma.”

Dios no nos hizo robots sin alma. Nos Hizo a su imagen y semejanza. Seres con juicio, capaces de discernir. Muchas veces se utiliza la sentencia “no juzgues” Cuando en realidad la Palabra dice en Juan 7:24  "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio."
Ya el apóstol Pablo declaraba: “Examinadlo todoretened lo bueno.” (1° Tesalonicenses 5: 21)

DIOS TE BENDIGA. GUSTAVO MORALES

Nota: No pretendo ser una voz única ni representar a nadie. Solamente ser parte de la multiforme manera en que Dios se da a conocer. En tendiendo que en la multitud de consejos está la victoria. (Proverbios 11: 14 LBA)

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