Sin dudas que Hebreos 8 es uno de los pasajes bíblicos más profundos y reveladores de la fe cristiana.
En él nos habla de un nuevo pacto. Podríamos decir un contrato con validez legal.
La gran pregunta es cuál es la diferencia entre el viejo y el nuevo pacto.
Los pactos eran acuerdos que se realizaban entre dos partes, generalmente se sacrificaba un animal para sellar dicho acuerdo, poniendo a Dios mismo de testigo por si alguna de las dos partes llegaba a fallar (Véase Génesis 15)
El primer o antiguo pacto fue acordado entre Dios e Israel. En él, basado en los doce mandamientos dados por Dios en el Monte Sinaí, Había una serie de obligaciones a cambio de promesas.
La debilidad de parte del pueblo de Israel sumada a su falta de discernimiento espiritual, hizo que este pacto fallara casi de inmediato. No por culpa de Dios, sino por la incapacidad del hombre en cumplirlo.
En el nuevo pacto el “garante” es el cordero inmolado: “JESUS”. Este nuevo pacto ya no depende del hombre sino de Dios mismo. Este pacto es infalible.
Este pacto fue prometido por Dios en Jeremías 31:31. Y a diferencia del antiguo, las leyes ya no están grabadas en piedra sino en el “nuevo corazón” de la “Nueva Israel” (Su Iglesia)“Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.” (Ezequiel 11: 19-20)
Y sellado por la venida del Espíritu Santo relatada en el libro de los Hechos.
Sin el espíritu Santo y sin un nuevo corazón sería imposible que se cumpla este nuevo pacto. Ningún mérito nuestro es suficiente para cumplir este pacto, ya que como expresara anteriormente, no se trata de nosotros y nuestra naturaleza carnal; sino de Dios en todo su esplendor, su justicia, su autoridad.
Por eso la próxima vez que pensemos que podemos hacer los meritos suficientes para ser merecedores del cumplimiento de este pacto, pensemos en quien hizo el sacrificio para que este pacto se cumpliera. Aquel que nos amó de tal manera que se dio por nosotros y nos dejó un nuevo mandamiento que no invalida los anteriores. “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.” (S. Juan 13: 34-35)
DIOS TE BENDIGA GRANDEMENTE.
Gustavo Morales.
HEBREOS 8
1 Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,
2 ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.
3 Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer.
4 Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley;
5 los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.
6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.
7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.
8 Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;
9 No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.
10 Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo;
11 Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos.
12 Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.
13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.
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