Los cristianos evangélicos somos el producto de la sangre de los
reformadores. Este siglo debe ser transformado por la nueva reforma de la
Iglesia de hoy. Pregúntele a un mártir, y hubo millones, “¿qué opina de la
prosperidad?”, se le reirá en la cara, para ellos prosperar era vivir y
predicar el Evangelio. ¿Dónde están los reformadores de hoy?. ¿Cuántos de
nosotros están protestando en contra de que el estado tenga religión?. Se habla
de igualdad religiosa, pero no se ataca el problema. Las Iglesias del país
deberíamos pedir al presidente masivamente que nuestra Constitución cambie.
Empapelar el país con un afiche en común donde se escuche nuestra voz.
Solicitadas y marchas pacíficas pidiendo el cambio. ¿Tiene miedo la clase
dirigente evangélica a la persecución?. Sería algo depurador para tantas
prédicas extrañas. Los reformadores no fueron cobardes, dieron su vida en la
hoguera. Me inclino ante tanta valentía y me avergüenzo hoy ante tanta
cobardía. Hay que enseñar más sobre reforma; algunos creen que Lutero fue el
único reformador, hubo muchos, por miles. Más fueron los que murieron que los
que pudieron escribir libros como: Wycliffe, Juan Hus, Lutero, Fox, Knox,
Calvino, y muchos de estos fueron sacerdotes católicos convertidos. Quinientos
años de persecución con la inquisición. Dice la historia que los torturadores
habían agotado todo su ingenio para hacer sufrir. Morir era una bendición,
asados a la parrilla, estirados hasta ser dislocados, cortar la nariz y las
orejas, arrastrados por caballos, abrirlos por el estómago poniendo maíz para
que los cerdos coman el maíz con los intestinos estando nuestros hermanos
vivos, sentarlos sobre sillas al rojo vivo. Mi pregunta es ¿qué estamos
arriesgando nosotros hoy?. Los problemas de doctrina por la cual murieron los
reformadores son las mismas de hoy. Nos reunimos en los estadios para pasarla
bien, no para establecer reformas en el país. En las famosas concentraciones en
el obelisco se mencionó una sola vez igualdad religiosa. Seamos más claros con
los derechos. ¿Será que somos millones?, ¿millones de qué?. Con televisión,
radios, periódicos, somos menos peligrosos que los reformadores que no tenían
nada. Nos encerramos en las iglesias y como María perdemos a Jesús en templo.
Las iglesias que se jactan ser las más grandes, saquen su gente a la calle, a
ver si son tantos, porque hoy los números venden, pero no evangelizan. Formemos
un frente común, que cambie la nación y tipo de creyente que la compone.
Vivamos por algo y aprendamos a morir por algo. Las reformas que se piden
son con lástima, ejerzamos el derecho y hagamos sentir la voz. Esta generación
de creyentes es aprovechadora de la sangre de los mártires. Sin lugar a
equivocarme, ésta es una generación de creyentes pretensiosos que quieren
heredarlo todo sin dar nada. Escuche a los predicadores de hoy, lea sus libros
y verá que la comodidad y el bienestar es el mensaje. Dígame, ¿cuál fue el
precio que pagaron muchos de los que hoy muestran números?, ¡ningún precio!.
¡Ah! Me olvidaba, tenemos hoy “todo por 2 pesos”, pero gracias, yo no participo
de la baratija.
*Pastor Carlos Kucharenko:Nació en la localidad de Alejo Ledesma, provincia de Córdoba, Argentina, el 29 de Septiembre de 1946. Está casado con Ana María Asef y tienen cuatro hijos: Alejandro, Elizabeth, Walter y Yamila.
Ingresó al Instituto Bíblico Río de la Plata, de las Asambleas de Dios, en Buenos Aires, graduándose en el año 1968.
Comenzó su trabajo pastoral junto con su esposa Ana María en la ciudad de Henderson, provincia de Buenos Aires.
En el año 1973 llegaron a la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos, y fueron ordenados como pastores de Templo Buenas Nuevas.
El Pastor Carlos Kucharenko ha llevado su mensaje a varios países del mundo. Es Ministro Ordenado de la Unión de las Asambleas de Dios de Argentina.
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